Me parece muy bien que haya que preservar el casco antiguo de las ciudades, pero los concejales de los Ayuntamientos no se dan cuenta de que con unos tacones de aguja es un infierno andar por esos suelos empedrados tan monos que hay en todas las calles que por arte de magia se transforman en peatonales.
El otro día entré en la subdelegación del gobierno en la Plaza Moyua porque tenia que entregar una documentación para el Ministerio de Industria. Muy amablemente, el guardia civil me hizo pasar para ver donde estaba el lugar donde yo debía entregar mi documentación. ¡¡¡PELIGRO!!! El suelo estaba lleno de baldosas de piedra. Mi tacón se quedó encajado entre dos de ellas. Tiré para arriba de mi pie, pero nada. Atascada sin poder moverme. El guardia civil parecía un chico majo, pero no deja de llevar uniforme y un arma bastante grande, así que me daba bastante apuro entretenerme con mis zapatos con él delante. Aprovechando que el guardia civil hablaba por teléfono y miraba hacia otro lado, di un giro de 90 grados sobre mis pies y liberé mi tacón antes de que él se diera la vuelta. ¡¡VICTORIA!!
NO, VICTORIA, NO, porque cuando proseguí mi camino por la Gran Vía a cumplir los trámites burocráticos, me di cuenta de que mi pie se giraba a lo Lina Morgan. Me paré en un banco, observé mi zapato y lo que había sucedido es que con el giro de 90 grados la tapa del tacón también había girado 90 grados, así que el pie se me torcía al pisar. Además las huellas de la batalla con el empedrado habían quedado plasmadas en el pobre tacón. Mi drama de los zapatos se solucionó con una visita al zapatero y con unas tapas nuevas.
Por eso hoy quiero manifestar mi queja ante la invasión de suelos empedrados, porque no solo te puede ocurrir lo que me pasó a mi, sino cosas mucho peores. Cuando estás cruzando la calle también te puede suceder que tu tacón se quede atascado en una rendija del empedrado, y ahí el peligro de atropellamiento es inminente. Por no decir cuando vas andando tan tranquila y de repente, sigues caminando descalza porque tu zapato ha quedado atrapado en el suelo.
Así que os animo a que os unáis al manifiesto con vuestra firma en los comentarios y a que me contéis anécdotas similares a la que me pasó, que seguro que las tenéis. Incluyo en mi manifiesto en contra a las alcantarillas con rendijas, a los respiraderos del metro y a todos los agujeros asesinos que hay en el suelo peatonal puestos a traición con el único fin de hacernos sufrir a las mujeres.