Hace poco he celebrado mi primer aniversario de boda, así que me ha hecho ilusión encontrarme en Elle un
especial bodas. No falta nada, desde los
vestidos de novias, los regalos, los detalles, hasta ideas para las invitadas a la boda.
Debo reconocer que no soy muy de bodas, se han convertido en algo demasiado kitsch, y en un momento que ha dejado de ser especial, íntimo y único para convertirse en un sinfin de convencionalismos y de momentos repetidos por igual en todas las bodas. A ver si consigo explicarme sin herir susceptibilidades.
Parece que si te casas debes cumplir uno a uno todos los tópicos: las fotos posando con cara cordero degollado (demasiado cursis y artificiales en la mayoría de los casos), el coche antiguo para llevarte a la iglesia (y mira que me gustan los coches antiguos), casarte en una iglesia cuando no crees en Dios o no vas a la iglesia más que a otras bodas, bautizos o funerales, el momento foto cortando la tarta de boda (cuando sólo se saca para cortarla y luego el postre es otra cosa totalmente distinta, generalmente un plato de dos o tres líneas de descripción), invitar a 300 invitados a los que apenas conoces. En fin, que sí, que no digo yo que sea un momento precioso para los novios, pero ha perdido muchísima naturalidad y espontaneidad. Todo está pensado para gastar y consumir más, no hay que escatimar, porque es tu gran día y es una vez en la vida. Y es todo tan forzado y tan previsible, que ha perdido toda la magia, la de dos personas que se quieren unir para toda la vida por la cosa más bonita que existe en este mundo: EL AMOR.
Os voy a explicar cómo celebré mi boda: me casé en el ayuntamiento con la familia cercana, de corto, con un vestido color marfil muy del estilo años 60 que tanto se lleva ahora, con corte por debajo de la rodilla, vuelo y un lazo en la cintura. Llevé el pelo suelto, rizado, maquillaje sencillo y unos zapatos nude peeptoe con lazada.
Al día siguiente lo celebré con los amigos más cercanos con comida y baile. La etiqueta era que cada uno fuera a gusto con la ropa, nada de trajes ni de vestidos emperifollados, la cuestión era arreglarse y estar mono, pero a tu estilo.
Lo pasamos bien, y hay cosas que quizá haría de manera diferente, pero estuve muy a gusto y lo celebré como yo quería. Que no significa que sea la mejor manera de celebrarlo, cada una debe elegir su boda tal y como siempre la soñó.
Y eso me gustaría aconsejar a las que os casáis el año que viene: disfrutad del día, haced lo que os apetezca, pasad de lo que no os apetezca, y celebrarlo a vuestro estilo. Es vuestro día, no el de vuestros padres ni el de los primos y tíos lejanos.
Y después de este rollo y esta perorata que os he soltado, os dejo con distintos
estilos de novias que os sirvan como inspiración para el gran día.